Palabras Centrales en el coloquio: “Mujeres jóvenes. Vulnerabilidades y proyectos de vida”

Por: Gabriel Coderch, director del Centro Oscar Arnulfo Romero (OAR)

 

La violencia presente en las interacciones conyugales es una realidad cotidiana que tiende generalmente a ocultarse, debido a una connotación íntima de la violencia en la pareja, ya que se desarrolla en el espacio privado de la familia. Es indudable que la violencia en las parejas es un fenómeno global que se extiende por todos los países y afecta a mujeres de todos los niveles sociales y económicos, y su impacto en la salud física y mental es tal que ha sido considerado como un problema de salud pública.

En América Latina, éste es un problema alarmante tanto por su origen multicausal como por sus implicaciones sociales y políticas. En  Cuba también es alarmante cuando usted profundiza en el trabajo con mujeres.  De acuerdo con el estudio multicéntrico elaborado por la Organización Mundial de la Salud en el año 2010, el porcentaje de mujeres que habían tenido pareja alguna vez y que habían sufrido violencia física o sexual, o ambas, por parte de su pareja a lo largo de su vida oscilaba entre el 15% y 71 %.

La justificación de la violencia por el sostenimiento de los roles disciplinados de género está presente en mayor proporción en las mujeres víctimas. El 21% de ellas está de acuerdo con la idea de que los hombres violentos con las mujeres son así porque tienen que hacerse respetar y demostrar quién manda en la casa, a diferencia de las mujeres no víctimas quienes están de acuerdo en un 16%. Igualmente, el 34% de las mujeres víctimas se encuentran de acuerdo con la idea que aquellas mujeres que se meten con hombres violentos no se deben quejar por ser golpeadas.

Los datos más preocupantes son los referentes a la justificación de la violencia por disciplina, por gusto aparente de las mujeres y por la supuesta falta de gravedad. Tres de cada diez personas, no le darían relevancia al episodio violento en caso de que el agresor fuera un extraño, y aproximadamente una de cada diez, personas tampoco lo haría si el agresor fuera un amigo. Muchas de las víctimas de la violencia basada en género harían de cuenta que el hecho no les concierne, y en mayor medida las mujeres víctimas que no han denunciado, frente a las que sí lo hicieron.

Hoy en día vemos que el número de personas con conocimiento sobre el tema en Cuba  ha aumentado gracias a una labor sistémica que se viene desarrollando en la población por varias organizaciones e instituciones, entre ellas OAR. La percepción de violencia en mujeres sigue siendo baja y muchas de las mujeres víctimas manifiestan no conocer las leyes que protegen a las mujeres objeto de maltrato, evidenciándose el desconocimiento de los derechos de las mujeres, que es mayor en aquellas que no han sido víctimas. Los datos  con que contamos, aun cuando no son reflejados estadísticamente, resultan significativos, ya que da cuenta de la manera como gran parte de la población naturaliza el maltrato hacia la mujer, siendo evidente la forma como los factores históricos y culturales favorecen y justifican la violencia haciendo énfasis en las actitudes, percepciones y prácticas individuales y sociales.

En la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer, celebrada en Beijing en 1995, la violencia contra la mujer fue considerada como una de las doce esferas de especial preocupación que debe ser solucionada por parte de los gobiernos, la comunidad internacional y la sociedad civil, por eso es que el Centro Oscar Arnulfo Romero junto con la Federación de Mujeres Cubanas, la SOCUMES, el CENESEX y otras organizaciones ha venido desarrollando un amplio plan que si bien tiene su cumbre en las acciones de los 16 días de activismo, para nosotros es un proceso que comienza el 1 de enero de cada año y se reinicia en el primer día del año siguiente.

OAR ha querido contribuir así a uno de los ocho objetivos de desarrollo del Milenio, y es el objetivo tres que hace referencia a la promoción de la equidad de género y la autonomía de la mujer, comprendiendo la equidad entre hombres y mujeres como un objetivo fundamental para el progreso del desarrollo humano. Sin embargo, a pesar del esfuerzo y compromiso en la formulación de leyes y acuerdos para disminuir los índices de violencia hacia las mujeres, éstos incrementan cada día.

Resulta entonces oportuno preguntarse por qué si desde hace más de una década se propuso una reglamentación para la defensa de los derechos y la dignidad de las mujeres, hoy en día la violencia hacia ellas en el ámbito familiar no disminuye?  La violencia de pareja ocupó el primer lugar de la violencia en Cienfuegos según datos que allí nos suministraron y dejó de la misma manera que en años anteriores, como víctimas a las mujeres. .

OAR esté especialmente interesado en la prevención y  es por eso que sensibiliza y capacita y pone énfasis en las y los jóvenes, motor fundamental de la revolución cubana, para que tenga un papel clave que desempeñar al respecto. Por eso valoramos altamente la labor de la Articulación Juvenil que ha demostrado un gran compromiso, algo que pudo constatarse recientemente en Las Tunas. Fueron ellos los protagonistas principales.

Tras reconocer la violencia como un problema social de gran complejidad, resulta pertinente preguntarse no sólo por cuales son los factores que permiten que ésta se reproduzca,  y es necesario poner atención a los espacios sociales, laborales y culturales  que hacen parte de los sistemas que intervienen en la complejización de la violencia.

Atender hoy a los hombres, trabajar con ellos,  para desmontar el patriarcado, es una de las razones por las que trabaja OAR y aquí hay una representación de la Plataforma de Hombres por la no violencia y la equidad, que acaban de reunirse también en Las Tunas.

Desafortunadamente, algunas entidades  hacen resistencia todavía. En nuestro país, la calle, y eso me lo enseñó el Comandante Fidel, es de los revolucionarios, por eso no debemos temer a las acciones que sensibilicen y el fenómeno de la violencia hacia la mujer. Lo que no se ve no se conoce, por tanto los medios de comunicación masiva juegan un papel importante. Es increíble el número de mujeres que ha comenzado acudir  la Consejería a mujeres en situaciones de violencia que tenemos en OAR. Lo anterior evidentemente genera dinámicas de transformación. Probablemente lo que realmente expondría un indicador de impacto, son los momentos en los que se ha logrado desarticular la violencia, ya sea porque se pudo robustecer a la víctima, se tomó una medida contra el agresor o se hizo un tratamiento psicoterapéutico. La posibilidad de no repitencia de la violencia conyugal, cuando las personas involucradas en el círculo de  la violencia,  hacen consciente el malestar, es viable pensar que las mujeres violentadas pueden reaccionar e intentar una acción diferente que interrumpa el circulo  violento.

Es aquí donde cobra relevancia la realización de este Coloquio que desde hace tres años la SOCUMES junto a la OAR lleva a cabo. Es importante hacer énfasis en la manera cómo surge el interés por esta acción conjunta. Después de escuchar el maltrato hacia las mujeres, y conocer de cerca experiencias dolorosas de mujeres que han experimentado este tipo de situación, surge la pregunta de cómo contribuir desde las investigaciones a  la posibilidad de romper la pauta interaccional violenta, y es allí donde emerge el sentido de enfocar este Coloquio y la intervención en la identificación de estrategias dignificantes.

El gran reto que tenemos sobre el problema de la violencia contra las mujeres está en aportar nuevos elementos que posibiliten una comprensión más compleja y esperanzadora. Partiendo de esta actitud que tiene en cuenta, la recuperación del carácter relacional de la violencia en  diferentes contextos, como la familia y la pareja.

Esperamos que el conocimiento que aquí encontremos   nos sirva  a cada una y uno de nosotros como agentes de cambio social, y que nos ayuden a esa necesaria relación  de elementos comportamentales, relacionales, cognitivos y contextuales que permiten a cada individuo tomar decisiones.

Muchas gracias.

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