Autor: Freddy Pérez Cabrera
Foto: Adalberto Linares
Una cosa es escribir o hablar del nuevo coronavirus y otra apreciar en carne propia lo que es una cuarentena en tu barrio, y sentir muy de cerca el dolor de una familia que ya suma cinco víctimas del mortal virus, e incluso tuvo que lamentar el fallecimiento de uno de ellos, y todo, producto de la irresponsabilidad de una persona que violó los protocolos establecidos y contagió a muchísimas personas.
Han sido días muy duros, en los que la tristeza se ha apoderado de este lugar, alegre por naturaleza, que provocó que ni los más jóvenes tuvieran gusto para disfrutar del fin de año, escena que debe haberse repetido en muchos lugares de la geografía cubana, a donde también ha llegado este enemigo que no tiene rostro ni piedad, y que lo mismo ataca a un anciano, a un joven o a un niño.
Como prueba del peligro que nos amenaza y de que nadie está exento de ese mal, el día tres de enero Cuba batió el record de contagios en el país, al sumar 316 casos, cifra que alarma y debe llamar a la reflexión más profunda de todos.
Ya suman varios los días en que el número de positivos va en aumento, de lo cual no escapa casi ningún territorio, lo cual supone un peligro mucho mayor, porque el virus se ha diseminado de manera alarmante por todo el país, y la única forma de controlarlo es acudiendo a la autoresponsabilidad de cada una de las personas, familias, organismos, cuadros, empresas, centros de trabajo o estudio.
Mucho se ha hablado, y con razón, del rol que ha desempeñado en el actual rebrote el incumplimiento de las medidas higiénico-sanitarias y de aislamiento previstas por parte de las personas que arriban del exterior, lo cual ha ocurrido a la vista de las autoridades de salud y de la comunidad, además de la complicidad de la familia que ha permitido que los visitantes violen lo establecido.
Como muchos, soy de los que cree que faltó rigor y control de esas personas, en especial de esos irresponsables, que con su irracional conducta han ocasionado un daño importante a una de las naciones que más ha hecho y mejores resultados muestra en el control de la pandemia.
Pero no toda la culpa debemos echársela a los que llegan de otros países. Pensemos en los que ya se olvidaron del nasobuco, o en quienes lo usan de manera inadecuada; en los centros de trabajo donde ya no se exige por los pasos podálicos o del empleo del alcohol y el hipoclorito.
Y qué decir que las autoridades que aun realizan actos masivos o sin el necesario distanciamiento social, o de quienes ya dejaron de lado la organización de las colas en tiendas, mercado y sitios públicos, o de quienes permiten aglomeraciones en el uso el transporte, por solo citar algunas de las transgresiones más frecuentes.
Ante tales indisciplinas, solo hay un camino para frenar la propagación del virus, el de la responsabilidad individual y colectiva, que pasa por la de cada uno de los cubanos, quienes estamos llamados a cumplir el papel que nos corresponde en cada sitio donde nos encontremos. La historia ha demostrado, que para nosotros no hay imposibles.
Tomado de Granma: http://www.granma.cu/cuba/2021-01-04/responsabilidad-palabra-de-orden-para-frenar-la-propagacion-del-virus-04-01-2021-23-01-38
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