Artes e innovación en la vida de adolescentes.

Propiciar un cambio positivo en la vida de las y los adolescentes es el propósito que animó al Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) a entregar, en diferentes partes del mundo, kits para fomentar la expresión e innovación en este grupo poblacional.

Cuba es uno de los escenarios de implementación de esos kits, un paquete de orientación, herramientas, actividades y suministros para ayudar a las y los adolescentes entre 10 y 17 años en situaciones de vulnerabilidad.

El propósito principal es que las y los adolescentes desarrollen aptitudes claves frente a circunstancias estresantes, cultiven relaciones sanas, aprendan nuevas habilidades y participen de forma positiva desde sus comunidades.

La idea es trabajar con un enfoque intersectorial, centrado en las artes y la innovación, explicó a SEMlac Yoamaris Neptuno Domínguez, coordinadora de la Articulación Juvenil por la Equidad Social del Centro Oscar Arnulfo Romero (OAR) y una de las coordinadoras de este proyecto de Unicef Cuba.

Este tipo de aproximación, añadió, se considera particularmente útil en los ámbitos de protección infantil, educación, habilidades para la vida, desarrollo juvenil y programas centrados en lograr objetivos similares para niñas, niños, adolescentes y jóvenes.

Elaborado por la Sección de Desarrollo y Participación Adolescente de Unicef, la iniciativa busca un cambio sustancial en modos de actuación de las y los adolescentes, así como influir en su enriquecimiento espiritual y el fomento valores éticos y estéticos, detalló Neptuno Domínguez.

Para ello cuentan con la alianza de la Campaña «Mídete”, contra la violencia en la niñez y la adolescencia, basada en la crianza positiva, uso responsable de las redes sociales, la prevención del abuso sexual infantil y la no violencia de género.

Dicha campaña les habla a adolescentes de edades entre 13 y 18 años, y a niños, niñas y adolescentes en situación de vulnerabilidad o víctimas de violencia; también a las familias o personas cuidadoras o que interactúan con ellos, además de docentes, redes de apoyo y personal de servicios profesionales que pueden contribuir a prevenir y actuar ante la violencia.

En Cuba el kit estará en función de este grupo poblacional en situaciones de vulnerabilidad, incluida la pandemia de covid-19; el modo en que el bloqueo económico, financiero y comercial de Estados Unidos afecta a determinados niños; el estatus económico y otros aspectos, precisó Neptuno Domínguez.

Añadió que los kits contienen orientaciones y herramientas para coordinadores y facilitadores de programas, una caja con recursos útiles y suministros con estuches, materiales y otros recursos para que las actividades sean más divertidas y atractivas. Los kits se entregarán a instituciones nacionales para que implementen los aspectos metodológicos.

Su aplicación puede ser en programas nuevos o iniciativas y espacios ya existentes, dijo Neptuno Domínguez y especificó que en la mayoría de los casos no han creado nada nuevo, sino que se incorporaron estos temas e intereses a proyectos ya existentes.

“Somos dos coordinadores a nivel nacional, María C. Cubillas, investigadora del Centro de Estudios sobre la Juventud (CESJ), que se encarga del monitoreo, y yo de la implementación. Actualmente preparamos coordinadores de programas, uno o dos en cada institución que recibe el kit, y luego ellos prepararán a otros facilitadores”, acotó.

“Los materiales son gastables, pero las guías metodológicas sí continúan y tienen muy buenas indicaciones sobre cómo realizar el trabajo con este grupo etario, cómo abordar el tema en círculos de adolescentes, que sea todo el tiempo en retroalimentación. Además, los facilitadores han adquirido elementos de educación popular, para emplear esa filosofía en los talleres”, agregó.

Utilidad en diversos espacios

 

La coordinadora acotó que Unicef Cuba se propone implementar los kits desde la labor de instituciones como el Ministerio de Educación, específicamente en 54 escuelas de oficios de todo el país; el Centro de Investigaciones Psicológicas (CIPS), en varios municipios de la capital; el CESJ, con incidencia en todo el país y OAR, en siete de sus proyectos, dentro y fuera de La Habana.

También se incluye el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), puntualmente en su labor en centros de salud mental, la escuela primaria Jesús Menéndez, las cátedras de Sexología y Educación Sexual de varias provincias, así como en algunas de sus redes sociales comunitarias.

Se beneficiarán, además, las escuelas de formación integral, las casas de niños sin amparo familiar e institutos preuniversitarios situados en zonas vulnerables de las provincias de La Habana, Camagüey, Holguín y Santiago de Cuba.

La iniciativa incluye, igualmente, al centro A+ espacios adolescentes y el programa social infantil de la Oficina del Historiador de la Ciudad (OHC), que involucra a instituciones y museos de la Dirección de Patrimonio Cultural.

Desde la dirección provincial de Cultura de la provincia Granma, a unos 740 kilómetros de la capital, se incorpora el Proyecto de creación en entornos protectores para la niñez y la adolescencia desde la cultura, en especial instituciones del municipio de Jiguaní; además de las casas de cultura de varios municipios.

Neptuno Domínguez expuso que en La Habana laboran en proyectos comunitarios dirigidos a adolescentes, personas con discapacidad y en comunidades en condiciones de vulnerabilidad, como el Fanguito, Canal del Cerro y la Güinera, entre otras.

La formación de facilitadores contiene conocimientos sobre adolescencia, comunidad vulnerable, violencia de género o cómo tratar la prostitución, un fenómeno de interés en estos grupos, explicó. Sin embargo, los temas responden a un diagnóstico previo, precisó.

“Lo atractivo es hacer desde las artes, desde la innovación, que cada uno respete el espacio del otro y no que parezca una intervención, es decir, que viene alguien desde fuera con un grupo de cuestiones y materiales bonitos, sino partir de sus necesidades y complementar el trabajo que vienen desarrollando”.

Desde la Articulación Juvenil de OAR trabajan con varias iniciativas comunitarias de la capital e instituciones educativas del municipio Las Tunas, de la provincia del mismo nombre, y del municipio de Candelaria, provincia Artemisa.

La especialista consideró que es una oportunidad para adquirir herramientas y superarse.

“Los beneficiarios directos son las y los adolescentes, las comunidades. Sin embargo, a facilitadores y responsables nos ha servido muchísimo para actualizarnos, buscar información y trabajar juntos para lograr el cambio al que aspiramos en las y los adolescentes que participen de esta iniciativa”, concluyó.

Tomado del sitiio, Servicios de Noticias de la Mujer de Latinoamérica y el Caribe «SEMLAC»

 

 

 

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